Definir lo que es un espacio rural, o el mundo rural, es tan difícil como definir lo que es una ciudad, ya que hay en él funciones hasta hace no mucho tiempo plenamente urbanas, como los servicios bancarios. Por otra parte, las ciudades actuales tienden a invadir el espacio antes claramente rural, con la construcción de residencias y la dedicación a la agricultura a tiempo parcial. Se crea, así, una zona intermedia de difícil delimitación.
De todas formas podemos enumerar algunas características que definen los espacios rurales: la baja densidad de población; la presencia de actividades industriales nocivas, que ocupan mucho espacio, o que pierden mucho peso en el proceso de elaboración; las actividades extractivas: minería, canteras y silvicultura; y las instalaciones de ocio de grandes dimensiones: estaciones de esquí, campos de golf y, sobre todo, la presencia ineludible de actividades agropecuarias, que es lo más característico del mundo rural. Serán estas actividades agropecuarias las que definan y den carácter a los distintos espacios rurales del mundo, y a sus respectivos paisajes.
Por su carácter, y su dedicación a la agricultura, los espacios rurales sufren una serie de condicionantes ecológicos; ya que no todos los climas, ni todos los suelos son aptos para cualquier tipo, ni técnica, de cultivo. Además, tienen unos condicionamientos demográficos; ya que tiende al equilibrio entre la población y los recursos. Esta ponderación favorece la modificación de las técnicas de cultivos, en caso de superpoblación o subpoblación. En las situaciones más graves se puede pasar de una agricultura intensiva a una agricultura extensiva: intensificar el uso del suelo, roturar territorio de bosque e, incluso, se reorganizará la estructura social; o se asumirá una nueva tecnología de cultivo. En la actualidad del medio rural se demandan servicios, por lo que encontramos en el campo personas que no viven de la agricultura ni la ganadería. El medio rural también ha de someterse a ciertos condicionamientos jurídicos que afectan a la estructura de la propiedad y a las formas de explotación. Por último, el mundo rural sufre los avatares económicos y políticos, sobre todo en los países donde la agricultura está subvencionada. La agricultura actual ha tratado de superar los condicionamientos climáticos cultivando las especies bajo plástico: en invernadero.
El cultivo de una determinada especie durante años en un mismo lugar termina por agotar los minerales de los que se alimenta la planta. Para evitar esto se deja descansar la tierra, sin cultivar, durante al menos un año. A esta técnica se le llama barbecho. No obstante, hay varios tipos de barbecho: el corto, en las tierras sobre las que se vuelve a cultivar en uno o dos años, antes de que se recupere el bosque; y el largo en el que se permite la recuperación total del bosque.
Las técnicas de regadío han cambiado mucho. La técnica tradicional es el regadío por inundación en el que se hacen unos surcos entre las plantas, se desvía parte de la corriente del río o pozo y se inunda toda la superficie. Este sistema es poco eficaz, ya que se emplea mucha más agua de la necesaria. Modernamente se ha empleado el riego por aspersión, que si se hace en horas nocturnas necesita mucha menos agua. El riego por aspersión consiste en un mecanismo que esparce el agua por toda la superficie como si fueran gotas de lluvia. La técnica de riego más eficaz es el gota a gota. Consiste en canalizar el agua con pequeños tubos hasta el pie de cada planta y dejar caer una gota cada cierto tiempo, hasta completar las necesidades de cada planta. Se controla por ordenador y se suele practicar en los cultivos de invernadero.
En muchas ocasiones, es la estructura de la propiedad de la tierra y la estructura agraria, lo que define los paisajes rurales. La propiedad puede ser colectiva y de aprovechamiento común: con bienes propios, comunes, etc., pero también puede haber gran propiedad y pequeña propiedad. En España, la gran propiedad tiene su origen en la Reconquista: durante la Edad Media. Esta gran propiedad ha podido evolucionar hasta la pequeña propiedad, si el sistema de herencia favorece la partición, o si se vendió a quienes trabajaban las explotaciones. Por el contrario, la pequeña propiedad puede evolucionar hacia la gran propiedad, si el sistema hereditario favorece el mayorazgo, por ejemplo, o si el precio del suelo es bajo y hay un capitalista rural que compra las tierras contiguas. Pero una cosa es el tamaño de la propiedad y otra el de las explotaciones. Una explotación es la unidad técnico-económica de la que se obtiene los productos agrarios. Estas explotaciones, según las técnicas de aprovechamiento, pueden ser un latifundio, si son grandes o un minifundio, si son pequeñas. No tiene porqué coincidir gran propiedad con latifundio, ni pequeña propiedad con minifundio: la gran propiedad puede estar dividida hasta el minifundio y la pequeña concentrada, por arrendamiento, hasta el latifundio. No obstante ambos extremos suelen quedar obsoletos y tienden a no ser funcionales. Además, tienen diferentes consecuencias económicas y sociales. Los desequilibrios han propiciado, en todos los países, reformas agrarias, bien técnicas bien políticas.
Al mismo tiempo, los condicionamientos técnicos han supuesto un aumento progresivo de la productividad de la tierra, con lo que el tamaño de la explotación se ha relativizado. Esta tendencia ha alcanzado su máximo grado en la revolución verde, o la aplicación de todos los avances técnicos que puede ofrecer la ciencia moderna, en la agricultura.
Por último, en general podremos distinguir dos grandes conjuntos de paisajes agrarios, los campos cerrados (bocage) y los campos abiertos (openfield), que se encuentran en distintas partes del mundo, por distintos motivos. En el mundo rural distinguimos dos tipos de poblamiento: el concentrado y el disperso. El poblamiento concentrado en el agrupamiento de las viviendas de la aldea en un lugar en concreto, dejando el resto para que pueda ser cultivado. El poblamiento disperso se caracteriza porque no existe un núcleo de viviendas sino que están esparcidas por todo el territorio, normalmente cerca de las explotaciones de cada familia.
De todas formas podemos enumerar algunas características que definen los espacios rurales: la baja densidad de población; la presencia de actividades industriales nocivas, que ocupan mucho espacio, o que pierden mucho peso en el proceso de elaboración; las actividades extractivas: minería, canteras y silvicultura; y las instalaciones de ocio de grandes dimensiones: estaciones de esquí, campos de golf y, sobre todo, la presencia ineludible de actividades agropecuarias, que es lo más característico del mundo rural. Serán estas actividades agropecuarias las que definan y den carácter a los distintos espacios rurales del mundo, y a sus respectivos paisajes.
Por su carácter, y su dedicación a la agricultura, los espacios rurales sufren una serie de condicionantes ecológicos; ya que no todos los climas, ni todos los suelos son aptos para cualquier tipo, ni técnica, de cultivo. Además, tienen unos condicionamientos demográficos; ya que tiende al equilibrio entre la población y los recursos. Esta ponderación favorece la modificación de las técnicas de cultivos, en caso de superpoblación o subpoblación. En las situaciones más graves se puede pasar de una agricultura intensiva a una agricultura extensiva: intensificar el uso del suelo, roturar territorio de bosque e, incluso, se reorganizará la estructura social; o se asumirá una nueva tecnología de cultivo. En la actualidad del medio rural se demandan servicios, por lo que encontramos en el campo personas que no viven de la agricultura ni la ganadería. El medio rural también ha de someterse a ciertos condicionamientos jurídicos que afectan a la estructura de la propiedad y a las formas de explotación. Por último, el mundo rural sufre los avatares económicos y políticos, sobre todo en los países donde la agricultura está subvencionada. La agricultura actual ha tratado de superar los condicionamientos climáticos cultivando las especies bajo plástico: en invernadero.
El cultivo de una determinada especie durante años en un mismo lugar termina por agotar los minerales de los que se alimenta la planta. Para evitar esto se deja descansar la tierra, sin cultivar, durante al menos un año. A esta técnica se le llama barbecho. No obstante, hay varios tipos de barbecho: el corto, en las tierras sobre las que se vuelve a cultivar en uno o dos años, antes de que se recupere el bosque; y el largo en el que se permite la recuperación total del bosque.
Las técnicas de regadío han cambiado mucho. La técnica tradicional es el regadío por inundación en el que se hacen unos surcos entre las plantas, se desvía parte de la corriente del río o pozo y se inunda toda la superficie. Este sistema es poco eficaz, ya que se emplea mucha más agua de la necesaria. Modernamente se ha empleado el riego por aspersión, que si se hace en horas nocturnas necesita mucha menos agua. El riego por aspersión consiste en un mecanismo que esparce el agua por toda la superficie como si fueran gotas de lluvia. La técnica de riego más eficaz es el gota a gota. Consiste en canalizar el agua con pequeños tubos hasta el pie de cada planta y dejar caer una gota cada cierto tiempo, hasta completar las necesidades de cada planta. Se controla por ordenador y se suele practicar en los cultivos de invernadero.
En muchas ocasiones, es la estructura de la propiedad de la tierra y la estructura agraria, lo que define los paisajes rurales. La propiedad puede ser colectiva y de aprovechamiento común: con bienes propios, comunes, etc., pero también puede haber gran propiedad y pequeña propiedad. En España, la gran propiedad tiene su origen en la Reconquista: durante la Edad Media. Esta gran propiedad ha podido evolucionar hasta la pequeña propiedad, si el sistema de herencia favorece la partición, o si se vendió a quienes trabajaban las explotaciones. Por el contrario, la pequeña propiedad puede evolucionar hacia la gran propiedad, si el sistema hereditario favorece el mayorazgo, por ejemplo, o si el precio del suelo es bajo y hay un capitalista rural que compra las tierras contiguas. Pero una cosa es el tamaño de la propiedad y otra el de las explotaciones. Una explotación es la unidad técnico-económica de la que se obtiene los productos agrarios. Estas explotaciones, según las técnicas de aprovechamiento, pueden ser un latifundio, si son grandes o un minifundio, si son pequeñas. No tiene porqué coincidir gran propiedad con latifundio, ni pequeña propiedad con minifundio: la gran propiedad puede estar dividida hasta el minifundio y la pequeña concentrada, por arrendamiento, hasta el latifundio. No obstante ambos extremos suelen quedar obsoletos y tienden a no ser funcionales. Además, tienen diferentes consecuencias económicas y sociales. Los desequilibrios han propiciado, en todos los países, reformas agrarias, bien técnicas bien políticas.
Al mismo tiempo, los condicionamientos técnicos han supuesto un aumento progresivo de la productividad de la tierra, con lo que el tamaño de la explotación se ha relativizado. Esta tendencia ha alcanzado su máximo grado en la revolución verde, o la aplicación de todos los avances técnicos que puede ofrecer la ciencia moderna, en la agricultura.
Por último, en general podremos distinguir dos grandes conjuntos de paisajes agrarios, los campos cerrados (bocage) y los campos abiertos (openfield), que se encuentran en distintas partes del mundo, por distintos motivos. En el mundo rural distinguimos dos tipos de poblamiento: el concentrado y el disperso. El poblamiento concentrado en el agrupamiento de las viviendas de la aldea en un lugar en concreto, dejando el resto para que pueda ser cultivado. El poblamiento disperso se caracteriza porque no existe un núcleo de viviendas sino que están esparcidas por todo el territorio, normalmente cerca de las explotaciones de cada familia.
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